#440. Hojas de agradecimiento: instrumento de evaluación formativa
Te voy a contar cómo de una anécdota personal en una tienda sale un poderoso instrumento de evaluación formativa.
Te cuento la anécdota para que comprendas el contexto y luego nos lo llevamos al día a día y cómo poder aplicarlo.
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La anécdota, el origen de un gran instrumento de evaluación formativa
Déjame que te cuente algo curioso e interesante para tus clases.
Verás.
Hace unos días, un amigo mío estuvo en una tienda grande, de esas en las que se venden aparatos electrónicos.
Entró para mirar un aparato y preguntar algo técnico.
Y se acercó a un trabajador.
Y ese trabajador lo atendió… como sin alma.
Sin mirada.
Con esa actitud de “me estás molestando”.
¿Sabes de lo que hablo?
Esa sensación de estar hablando con alguien que está físicamente presente… pero ausente emocionalmente.
Como si tú fueras el problema.
Como si le estuvieras estorbando en ese momento porque tiene en su cabeza otras cosas más importantes en las que pensar.
Como si tu pregunta interrumpiera algo más importante.
Mi amigo, que es muy tranquilo, decidió seguir a lo suyo. Y siguió mirando con la misma confusión que al principio.
Pero al cabo de unos minutos, otro trabajador se le acercó y le dijo:
— ¿Te puedo ayudar en algo?
Y entonces ocurrió justo lo contrario.
Esta segunda persona lo atendió con una sonrisa, con calma, con palabras claras.
Con voluntad de servir.
Con una mirada que decía: “Estoy aquí contigo. No tengo prisa. Qué necesitas”.
Tan potente fue la diferencia, que mi amigo se fue al mostrador a pedir una hoja de agradecimiento.
Sí, sí.
Una hoja de agradecimiento.
No una hoja de reclamaciones.
No.
Una hoja de agradecimiento.
Y… ¿sabes lo mejor?
No había.
No tenían.
Así que solo pudo decirle a la persona del mostrador:
— Quiero que sepas que esa persona me ha atendido muy bien. Me ha hecho sentir bien. A él le he dado las gracias, pero también quería que lo supieran sus compañeros y sus superiores.
Y hasta aquí la historia real.
Implicando a los estudiantes en la evaluación
Lo mismo soy muy friki de todo esto, pero…
¿Sabes lo que pensé cuando me lo contó?
Pensé:
“Esto sí que es evaluación formativa de la buena.”
E inmediatamente luego pensé… ¿Cómo se puede aplicar esto a las clases de educación física?
Así que te pregunto
En tus clases de educación física, ¿quién es la persona que convive con tu alumnado cada día?
¿Quién ve lo que hacen?
¿Quién sabe si lo dan todo, si ayudan, si cuidan, si respetan?
¿Solo tú?
Porque si solo tú lo reconoces, estamos cojos.
Porque si solo tú evalúas… estamos dejando un montón de cosas sin ver.
Y porque si nadie les enseña a mirar el valor en los demás seguirán pensando que lo único que importa es la nota que tú pongas.
No vamos a entrar en este podcast en cómo implicar al alumnado poco a poco en su propia evaluación y en la de sus compañeros. En la ComunidEF tenemos un curso de evaluación formativa que te puede ayudar en eso.
Simplemente te digo que es muy importante (no solo para aliviar tu labor docente) sino para favorecer el aprendizaje en ellos que los impliques en su propia evaluación y en la de sus compañeros.
Pero como te digo, hoy no vamos a entrar en eso.
Hoy te quiero hablar de algo más grande que una simple anécdota.
La hoja de agradecimiento como instrumento de evaluación formativa
Te quiero hablar de una estrategia que puede ser transformadora: la hoja de agradecimiento.
Y no, no es una actividad de esas que se hacen una vez y ya está.
No es un “detallito”.
Es una herramienta con una potencia brutal para trabajar el reconocimiento, la empatía, la convivencia y, sí, la evaluación formativa.
Porque mira…
Cuando un alumno escribe una hoja de agradecimiento para otro, pasa esto:
1. Se detiene a observar.
No solo ve. Mira. Y ve cosas que antes le pasaban desapercibidas.
2. Valora.
Pone palabras al impacto que otra persona ha tenido en su experiencia.
3. Cambia su foco.
Deja de fijarse solo en el balón, en el cronómetro o en si ganó o perdió. Empieza a fijarse en quién ayudó, quién levantó al otro, quién organizó sin que se lo pidieran.
4. Evalúa sin juzgar.
Porque evalúa desde la gratitud, no desde la superioridad.
Eso es formar.
Eso es educar.
Eso es evaluación formativa con todas las letras.
Eso es EDUCAR a través del movimiento.
Eso es aprovechar el movimiento para educar y hacer libre al alumnado.
¿Cómo se aplica la hoja de agradecimiento en educación física?
Pero vamos a aterrizarlo.
¿Cómo lo aplico en educación física?
Fácil.
Te doy varias formas:
Opción 1: “El buzón de la semana”
Coloca un buzón o caja decorada. Cada semana, cada alumno mete una hoja de agradecimiento para alguien de la clase.
Puedes dejar que lo hagan anónimamente o que lo firmen.
Claro, aquí puedes pensar que no todos los alumnos recibirán una carta de agradecimiento. Pudiera ocurrir. En ese caso puedes hacer parejas y que una persona se la escriba a la otra.
Pero vamos, solo te dejo la idea para que tú puedas desarrollarla.
Opción 2: “El reconocimiento del día”
Al final de cada clase, pides voluntarios que quieran agradecer algo que haya pasado durante la sesión.
Opción 3: “Post-it de valores”
Después de actividades cooperativas o retos o actividades concretas, cada alumno escribe un post-it sobre qué valor ha visto en otro compañero: generosidad, liderazgo, paciencia…
A modo de resumen: apuntes importantes antes de empezar
Tienes que tener muy claro que esto no es perder tiempo.
Esto es crear cultura.
Cultura de aula. Cultura de grupo. Cultura emocional.
Porque si los alumnos aprenden que ayudar tiene valor, lo harán más.
Y si saben que lo que hacen puede ser agradecido, crecerán por dentro.
Y eso, a medio-largo plazo te transforma por completo el aula. Eso a medio-largo plazo hace que todo fluya mucho mejor en el aula. Eso a medio-largo plazo hace que la mirada de unos alumnos sobre otros cambie. Eso hace que a medio-largo plazo no solo se vean las cosas negativas (que es para lo que venimos cableados) sino también (y porque se ha entrenado) las cosas positivas de los demás.
Como te digo, eso lo cambia todo.
Eso sí, a medio-largo plazo. No esperes hacerlo una o dos o 5 veces y pensar que ya está todo hecho. No. Se trata de cultura de aula. Se trata de esa cosa invisible que flota en el aula y que solo se construye con el tiempo.
¿Y sabes lo mejor?
Que cuando tus alumnos escriben esas hojas, también se miran a sí mismos.
Empiezan a pensar:
— ¿Alguna vez me agradecerán algo así?
Y eso no es más que una autoevaluación encubierta.
Es el inicio de una autoevaluación real.
No la del “ponte un 7 porque sí”, o piensa en qué nota te pondrías. No. Esto es ir profundo.
Es la autoevaluación que nace de una pregunta honesta, de un deseo profundo de toda persona humana:
¿Qué impacto tengo en los demás?
Y esas son las cosas que optan a transformar a las personas a las que damos clase.
Así que el movimiento del día es este:
Pon en marcha la hoja de agradecimiento. Dale una oportunidad.
Saca a la luz en tus clases esas cosas invisibles. Lógicamente no podrás hacerlo ahora, pero apúntate la estrategia para cuando volvamos al patio.
Haz que el reconocimiento sea parte del juego.
Haz que tus clases no sean solo de educación física… sino de educación humana.
Y recuerda:
Si hoy tienes un rato, aplícate el cuento si es que aún no lo haces. Busca algo que agradecer a alguien, coge una hoja y escríbele un par de líneas para hacérselo saber. El karma o el destino o lo que sea, es probable que te devuelva la moneda.
Pasa un gran día.
Kisco.
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