#431. Cómo NO resolver conflictos en educación física (y que muchos dan por bueno)
Los conflictos son algo con lo que tenemos que lidiar de forma continua en nuestras clases. Hablemos de ellos, de la gran oportunidad educativa que se nos presenta cada vez que hay un conflicto y de cómo NO resolverlos (y que mucha gente da por bueno).
¿Qué vamos a ver exactamente?
- 2 Formas habituales (y equivocadas) de resolver conflictos en educación física.
- Que haya conflictos en tus clases no te hace peor docente.
- El mayor enemigo de los conflictos.
- La gran oportunidad educativa de los conflictos en educación física.
- Ejemplo concreto de cómo actuar ante un conflicto (y cómo me sorprendieron los alumnos)
Vamos allá.
2 formas habituales (y equivocadas) de resolver un conflicto en educación física
Vamos a empezar directamente con las dos formas habituales y equivocadas de resolver un conflicto en educación física, y que es probable que tú hayas utilizado.
Situación y resolución (equivocada) del conflicto nº1
Imagínate la siguiente situación.
Estás dando jugger en educación física y Mario y Antonio se pelean por un material. Da igual el motivo de ese conflicto. Los dos quieren el mismo aro. Y se genera un conflicto.
Te llaman, te acercas para ver qué pasa, preguntas por la situación y al ratito dice Mario de motu propio: «vale, dáselo a él».
Entonces, le preguntas a Mario ¿Por qué?
A lo que responde: «No me gusta pelear y prefiero ceder».
Te pregunto: ¿conflicto resuelto?
Fíjate lo que se está produciendo aquí a nivel educativo.
Si dejas que Mario crea que ceder siempre es ser “bueno”, estás reforzando algo peligroso: sumisión. No cooperación, no bondad. Sumisión. Y un niño que confunde eso puede crecer pensando que sus necesidades no importan.
¿Te das cuenta?
El conflicto desaparece, sí. Pero… ¿a qué precio?
¿Ha sido su resolución realmente educativa?
No lo parece.
Situación y resolución (equivocada) del conflicto nº2
Veamos otra forma de resolver conflictos que tampoco te recomiendo.
Imagínate la misma situación:
Estás dando yoga en educación física y Mario y Antonio se pelean porque los dos quieren la misma esterilla. Ves lo que está ocurriendo, te acercas y les dices: «ni para ti ni para ti, para mi».
Suena justo, ¿no?
Pues no. No lo es. No lo es porque los dos pierden.
Y si esa es nuestra forma de resolver los conflictos, lo que les estamos trasladando a los estudiantes es que la justicia es castigar a todos por igual.
Y por tanto te pregunto:
¿Ha sido una buena forma de resolver el conflicto?
Personalmente, no la veo. No me gusta. No digo que no la hayas hecho o que yo no la haya hecho nunca. Pero no es la mejor manera de resolver los conflictos.
Si lo has hecho no pasa nada, nadie nace enseñado.
Lo que te digo es que si sigues haciendo eso estás perdiendo la oportunidad de educar de verdad.
Por eso es importante buscar otros ángulos para darles herramientas a ellos. Por ejemplo, colaborando para que ambos ganen.
O negociando, para que se gane en parte y se cedan en parte.
Que haya conflictos en tus clases no te hace peor docente
Verás.
Los conflictos entre las personas humanas son inevitables. Siempre surgen. Y no hay que mirar a lo que está sucediendo en Ucrania, ni en Palestina, ni con el narcotráfico.
Simplemente mira una comunidad de vecinos.
O algunas familias.
O el claustro en el que estás.
Los conflictos siempre están.
Donde hay personas, hay conflictos.
Y en tus clases hay personas, por lo tanto, hay conflictos.
Es inevitable.
Por tanto, no te frustres cuando surjan los conflictos en tus clases. Es algo que va a existir siempre. Es normal.
Que haya conflictos en tus clases de educación física no te hace ser un mal docente.
Ahora bien, no dejes pasar la oportunidad de aprovechar ese conflicto para educar.
Porque si la dejas pasar… ¿en qué tipo de docente te conviertes?
Grosso modo hay dos formas de resolver conflictos.
- Que lo resuelvas tú.
- Que lo resuelvan tus alumnos (aprovechar el conflicto para educar)
Si lo resuelves tú haciendo que los estudiantes se den un abrazo, la mano, un perdona, quitándole el material a los dos… educativamente, apenas tiene valor.
Eso lo puede hacer cualquiera.
Cualquier monitor, cualquier persona que pase por allí, puede hacerlo.
Pero tú tienes que ir más allá. Tienes que aportar ese valor educativo que se le presupone a los docentes como tú. Tienes que aprovechar el conflicto para educar. No para maldecir el conflicto, no. Aprovecharlo para educar.
Para construir.
Para que ellos sepan cómo afrontar el conflicto cuando se lo encuentren en su día a día.
Para que sean libres.
A ver, entiéndeme, tú haz lo que consideres, claro.
Pero mi consejo si estás leyendo esto es que no pares el conflicto y ya. Que no lo resuelvas tú todo. Que no busques el atajo. Que utilices el conflicto para educar.
Al principio cuesta un poco, como todo. Pero luego el ambiente de clase mejora y es una gozada ver cómo ellos mismos resuelven sus conflictos.
Veamos ahora cuál es el mayor enemigo para una resolución satisfactoria de los conflictos que surgen en clase.
El mayor enemigo de los conflictos en educación física.
Mi experiencia me dice que si quieres aprovechar el conflicto como una oportunidad a nivel educativo, no puedes ir con prisa para resolverlo.
La prisa y la resolución de conflictos es una conjugación que probablemente te lleve a una resolución que no sea la más propicia a nivel educativo.
Cuidado con eso, que a veces, el día a día te engulle y te mete en su vorágine y no nos damos ni cuenta que vamos con prisa a todos sitios.
Y como te digo, querer resolver un conflicto y tener prisa es como querer apagar un fuego con gasolina.
La gran oportunidad de los conflictos a nivel educativo
Cuando hay un conflicto hay un pico emocional (por si quieres profundizar más sobre la educación física emocional). Los conflictos generan una emoción mucho más elevada que cualquier actividad cotidiana.
La huella emocional es muy grande, por tanto, todo lo que ocurre alrededor de ese conflicto tendrá un impacto mayor en el estudiante.
¿Qué te quiero decir?
Que es una gran oportunidad para educar. Pero ojo, que también puede ser una gran oportunidad para des-educar (si es que ese palabro existe).
Alguna decisión tuya puede ser injusta en cualquier momento de la clase y no pasará nada. O casi nada. Ahora bien, si esa decisión es injusta cuando el conflicto está a flor de piel, es probable que el estudiante lo recuerde por muuucho tiempo.
Vamos a ver un ejemplo concreto de cómo actuar.
Ejemplo concreto de cómo actuar (y cómo me sorprendieron los alumnos)
La pregunta que nos podríamos hacer es:
¿Cómo actuamos entonces ante un conflicto en clase?
Te pongo el caso (real) que me abrió los ojos ante la resolución de conflictos.
Recuerdo el día en el que 2 estudiantes querían ir los primeros en la fila. Y se empujaban por ir uno antes que otro. Yo iba a llegar e iba a poner a los dos los últimos, sin embargo, aquel día me paré (me contuve) y les pregunté:
¿Qué podemos hacer para que los dos estéis contentos?
Al principio recuerdo silencio. Pero luego uno dijo: podemos echarlo a piedra papel o tijeras (y aquello me pareció una gran idea). Pero el otro añadió: «los dos vamos juntos esta vez» (y aquello me pareció mejor aún)
¿Resultado?
Ellos mismos encontraron una solución, y yo solo fui el guía.
Ese día me di cuenta que mi trabajo no es resolver todo sino enseñar a resolver.
Y esto que parece obvio (y lo es), se nos suele olvidar (por las prisas, por la inercia, por ir a lo fácil, porloquesea).
Además es infinitamente más educativo hacer que participen en la resolución de problemas a no hacerlo.
A veces nos empeñamos en querer hacerlo todo. Las tareas, los circuitos, el material, resolver sus conflictos… Sin embargo, nuestro papel tiene que ser más el de líder que gestiona que el de bombero que apaga fuegos.
Y este es un ejemplo que ilustra muy bien esto que estamos hablando.
Nuestra misión es ofrecer a los estudiantes herramientas para que, cuando estén solos en el patio, en el barrio, o de adultos en un trabajo, sepan manejar un conflicto sin perder los nervios, ni la dignidad.
Darles herramientas para que sean libres.
Resumiendo
Vamos cerrando. Los conflictos en clase no van a desaparecer. Siempre estarán ahí, como en la vida. Pero tú tienes el poder de decidir qué hacer con ellos. ¿Apagarlos rápido y seguir? ¿O aprovecharlos para enseñar algo que tus alumnos llevarán consigo siempre?
No eres un monitor. Eres un docente. Y cada conflicto es una oportunidad para demostrarlo. Empieza pequeño. La próxima vez que dos alumnos discutan, prueba a guiarlos en lugar de resolverlo tú. Pregúntales: “¿Cómo lo solucionamos?”. Lo mismo te sorprenden.
Por cierto, en la ComunidEF, tienes una formación espectacular sobre resolución de conflictos en educación física por si quieres profundizar en este tema.
Y recuerda:
Los conflictos no son tus enemigos, son grandes oportunidades de educar por el componente emocional que llevan de forma implícita. No vayas con prisas. Tómate tu tiempo.
Y para los problemas menores, te recomiendo establecer un protocolo de resolución de problemas sencillo. La tercera estrategia explicada en la segunda clase del curso de «Cómo fomentar la autonomía» lo tienes.
Al principio, como todo, lleva su tiempo, pero a medio plazo lo normal es que te alegres por ti y por tus alumnos.
Pasa un gran día.
Kisco.
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